martes, 7 de abril de 2009

Danilo Salinas

LOS NIÑOS DE MI TIERRA


Los niños de mi tierra
Tienen ojos de esperanza
Y pies descalzos
Los niños de mi tierra
Tienen humildad
Y colores propios
Los niños de mi tierra
Quieren sonreír

Quieren el pan que les pertenece
Quieren hablar quieren cantar
Los niños de mi tierra
Quieren calor quieren amor
Quieren vivir seguros y protegidos
En este mundo incomprensivo
A sus miradas


ABUELA DE LOS PARAGUAS


Recuerdo tu tierna sonrisa
de misteriosos rincones
dos jaulas adornan tu entrada
un canario y una diuca
corresponden cantos.
Tu mirada serena
¡Abuela!
blanca como el alba
con tus manos juntas,
como estáticas en el tiempo
observando el lejano mundo
de la niña, de la joven
compartían perfumes.
Tu mirada serena
tu vestimenta oscura y triste
tu humilde sonrisa,
tu hablar pausado
acompañan tu silencio.
Junto terminan la jornada.
Bajas tus rejas mojada
y al subir la mágica escala
desapareces lentamente,
dejando atrás un mundo diferente
de paraguas mártires
acusado al tiempo
del maltrato y la mala suerte.
Los paraguas danzan
sintiendo el viento de la noche
de calle Independencia,
de este puerto inmortal,
esperando
el nuevo amanecer.


ESENCIAS POÉTICA


Las esencias de la vida
bajan por los senderos del alma
donde cada momento procesa
cada fragancia vivida
de las mañanas, de las tardes
donde revolotean las hojas,
con perfumes silvestres
donde los montes se refrescan
con el sereno de la tarde
y los destellos de la noche,
dan vida a la savia
y resinas del recuerdo.
Donde las estrellas buscan
los caminos perdido
para que sus esencias se injerten,
en nuestras almas
para recordar que cada momento vale,
en este universo de grises y coloridos sueños
que revolotean,
en esta noche que se desliza junto al río.
Refrescando hierbas milenarias
y por las mañanas las aves rescaten
fragancias de nuevos tiempos,
de libres poemas, de aires sinceros,
donde las madrigueras enciendan la tierra húmeda
junto a vertientes que danzan
con los rayos tempranos,
que cristalizan, toda verdad,
toda esperanza,
y toda A – L – M – A.


MANTO AZUL


En medio de ventanas
coloridas al cielo
veo tu inmensidad
y tu final,
donde no es final
sino comienzo
de ilusiones flotantes
y sentado a orillas
de tu vaivén de espuma,
que lloran
por antiguos lamentos en tu vientre,
mas tu corazón
se multiplican
de diferentes mundos
llenos de placeres,
donde entregas
con tus manos labradas,
acusadoras del tiempo,
los planes yodados
que afloran de tu silencio.
La brisa te acompaña.
En este momento
las aves se retiran,
perfumadas de ti,
dando el paso
para que sacudas la noche
y presidas con tu inconfundible presencia

el
nuevo
día



LAS RUINAS


¿Dónde marchaste vida?
¿Dónde la habitación que formó
tu espacio y fortaleza?
Ahora tu memoria reclama largas tertulias.
La morada que vestía de gala
en tiempos de luna
esta caída.
Cuando tus voces están lejos,
los pantanos invaden con sus nocturnas fragancias
tu alma que permanece
inmortal en la solitaria chimenea.
Permites que la hierba seca,
encienda los abandonados jardines del tiempo,
elevando las aves con las melodías
de violines viajeros.
Las ruinas te reclaman cual héroes inmortales
evadiendo las zarzas que se asoman
intentando selvatizar el último aliento caído.
Sólo una brisa insinúa
la imagen fugas del ayer,
junto a teatinas mecidas por el viento de la tarde,
comparten la tristeza
de dos ciruelos,
que narran la historia
de un mundo que fue
y ahora
no
es



EL REENCUENTRO


Soñé con volver a verte
recordé siempre tus valles
y tus fragancias del mar,
tu playa en el silencio de la tarde,
y mis aventuras ya pasadas.
Hoy camino por el mismo lugar,
que me llevó a ti
y desde lo alto del tus cerros,
te veo nuevamente
sintiendo el perfume
que me recibió en esa tarde
donde mi ser grabó imágenes
de aquel tiempo.
Y mi alma retrocede
buscando recuerdos de ayer,
junto a tu playa,
libre como aquel día
entona la misma canción.
Donde tu vientre esmeralda,
Saca a relucir las escamas del sol.
QUINTAY, tus calles muestra la fibra luminosa,
que refleja desde lo alto
tu caleta labrada por pescadores
aguerrido al mar,
junto al recuerdo de tu ballenera
sumergida en el silencio,
donde sus voces acallaron
al azote de las olas
reclamando la libertad perdida,
como aquel día
en que las gaviotas
sonreían a los vientos
y los silbidos de los vientos
se hagan presentes del silencio
más profundo
como aquellos tiempos
libres en el mar.

Aquí
en
QUINTAY.